En una calurosa tarde de agosto decidimos acercarnos a un fresco lugar en río Genil (Síngilis para los romanos), Cenes de la Vega, al pie del monte que alberga oro, del que una pequeña parte fue extraído por los romanos y por los tres Reinos de Granada: zirí, nazarí y cristiano.
A Cenes se llega en el autobús metropolitano. Después viene una suave y breve bajada al río nos adentra en el paraíso del frescor y los aromas.
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Las moras de zarzamora comienzan a estar en su punto. |
Junto al río hay un camino, que viene de la cercana ciudad de Granada, protegido por diversidad de árboles, desde el que se ven y oyen las rumorosas aguas.
Acequia del Candil o del Cadí
Algo más arriba llegamos al arranque de una milenaria acequia, elemento patrimonial e histórico de primer orden, que llevaba agua a Garnata al Yahud (la Granada de los judíos), nombre de origen judío que los ziries adoptaron para la capital de su Reino de Granada, el primero.
La capital siguió creciendo y necesitó pronto más agua para personas y tierras de cultivo, por ello, en tiempos almohades se terminó este cauce que amplió la tradicional Acequia Gorda.
En el lugar encontramos una represa con compuertas que ya no se usa, un monumento que embellece el paraje. Cerca está el antiguo estanque-decantador para quitarle arenas y otras impurezas al agua.
Las frescas aguas de la acequia bajaban paralelas al río repartiendo vida para plantas y fauna natural, que ha creado así a lo largo de los siglos un ecosistema que hoy está en peligro con las nuevas leyes del agua que centralizan esta en el lecho del río y la llevan a Sevilla y al mar.
Nosotros cruzamos la represa, que también es puente. Al inicio conserva la poderosa caseta que contuvo los mecanismos para mover los engranajes y las viejas compuertas.
Al otro lado del Genil hay un camino paralelo que es igual de hermoso y fresco.
Río Aguas Blancas
A nuestra izquierda, al otro lado del cauce, el río Aguas Blancas, más pequeño, une sus aguas al Genil, aguas puras granadinas, que antes permanecían en las comarcas granadinas dando vida a la naturaleza y ahora corren veloces hacia Sevilla y el mar donde desaparecen diluidas con las saladas.
Algo más arriba llegamos a un puente peatonal con balsas a sus pies donde las gentes se bañan y liberan del calor de donde vienen.
Hacia Pinos Genil
Continuamos el recorrido río arriba hasta las primeras casas del pueblo y al llegar al puente cruzamos hasta el paseo por el que iniciamos el recorrido.
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Aguas dulces de Granada que deberían permanecer el máximo de tiempo posible en nuestra tierra. Ellas dan vida, no se pierden, pasan al subsuelo y vuelven a aflorar en las fuentes naturales para seguir creando vida, también se evaporan refrescando el ambiente y luego regresan en forma de lluvia. Hoy pasan rápidamente por el cauce camino del mar. |
Podemos recordar el poema de Machado, el gran escritor andaluz que se enamoró de la Región de Granada asentándose en Baeza:
"Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece."
A la mitad del camino de regreso paramos en un merendero para cenar con un frescor inigualable que algo más tarde requeriría una manga larga.
Tras la cena continuamos el recorrido, ya nocturno, hasta Cenes y Granada.